Una lámpara fluorescente es un tipo de lámpara de vapor de mercurio, formada por un bulbo cilíndrico de vidrio cerrado en ambos extremos por filamentos de tungsteno. En el interior se alberga un compuesto de varios elementos, entre los que destaca el fósforo como principal componente. El tubo contiene una pequeña cantidad de vapor de mercurio y un gas inerte como argón o neón, a baja presión.
Al aplicar corriente eléctrica a la lámpara los filamentos de tungsteno se calientan desprendiendo electrones que ionizan el gas interior del tubo, formando un plasma eléctrico, que excita el vapor de mercurio que produce la luz visible y ultravioleta.
Las lámparas fluorescentes emiten una luz difusa y necesitan un tiempo de calentamiento antes de alcanzar su luminosidad normal; además muestran un parpadeo en función de la frecuencia de la corriente eléctrica aplicada.
La vida útil de éstas dependerá del número de encendidos que tengan: a menor número de encendido/apagado, mayor será la vida útil del tubo.
El uso de balastos electrónicos en lugar de la reactancia y el cebador tradicional mejora sustancialmente la calidad de la luz; ya que evita en gran medida el efecto estroboscópico y hace prácticamente imperceptible el parpadeo. Además el arranque se vuelve prácticamente instantáneo, prolongando así la vida útil de la lámpara.
Tipos de lámparas fluorescentes
Los tubos fluorescentes son de una gran eficiencia energética y están ampliamente utilizados en la iluminación doméstica e industrial, teniendo en ambos casos multitud de posibilidades.
En el mercado existen infinidad de tubos fluorescentes en función del uso que se le vaya a dar. La principal diferencia entre ellos radica en la temperatura de color, pudiendo variar considerablemente de unos a otros.
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